sábado, 23 de julio de 2011

Este comentario es el final de una etapa

Tengo amigas y, aunque menos, también tengo amigos. Y uno de mis amigos que sabe de mi afición por el asunto este de escribir me anima a que lo haga sin tapujos. Que escriba libre. Que dé riendas sueltas a mi imaginación pero que cuenta toda la verdad que hay en mí. Sobre todo la que tiene que ver con mis frustraciones y mis miedos. Y sobre todo que escriba de mis traiciones... Entendería que me lo dijera una amiga, y no tanto un amigo. Pero así son las cosas. Mi amigo es del oficio y sabe, periodista, quiero decir. Quizá, y lo tengo escrito por ahí, sea cosa de mi cobardía que no quiera (o pueda escribir) de algún descuido que tuve. También tengo escrito que pagaría porque nadie me recordara mis olvidos. Pero no mate, no robe, no hice ningún mal a sabiendas. Y la política dejó de interesarme hace tiempo. Soy como la mayoría, gente corriente, de bien, y tengo pruebas. Bueno es mi amigo que quiera saber por que me aprecia y no iré más allá. Quizá porque a veces me ve triste y sabe de mi carácter deprimido que no me hace ningún bien. Por eso dice que escriba libre para buscar en mis adentro, que vendrá bien a mi salud mental. El hecho incontestable es que soy así desde siempre, y que llegué a los años altos de mi vida siéndolo. Por eso creo que me moriré así, con todos mis defectos o descuidos, y asumiéndolo sin arrepentimiento, que todo lo hice fue de buena fe. Ni remordimiento ni yopecadormeconfieso dándome puñetazos en el pecho. Que duele. Sé lo que pretende, pero no viene al caso. A él le diría, si me leyera que no, que cuando resulta positivo algo hecho que no estábamos seguros de querer hacer, se aquilata lo improcedente de la inacción. Por eso ante duda, hay que elegir lo positivo, que es la acción frente a la inacción que desmotiva. Nada ocurre por casualidad. Hubo un tiempo que intenté evitar la ofensa en el silencio por el hecho de escribir a mi manera pero el asunto se me volvió obsesivo. El estrés que me produjo la ofensa, o quizá la falta de amparo, creó en mí inseguridad, preocupación por si no estaba haciendo bien y con ello perjudicaba a alguien o algo que tanto quería y quiero. Nadie en el mundo sabe tanto como yo lo malo que es para el alma las circunstancias agobiantes a la que están expuestas las personas al intentar ser ellas mismas y no poder. En otros tiempos, porque hablo de escribir, a eso se le llama "censura". Por eso, me fui sin resentimiento pero con pena. Elegí irme, buscar otras opciones de escribirle el día al día según inspiración o estado de ánimo con el mayor de los respetos, y no al dictado de alguien que no comprende que el único camino es escribir lo verdadero de una noticia. Porque en los tiempos que vivimos es más una tortura paralizante que frustra las posibilidades de vivir experiencias maravillosas para ser contadas. Solo en actuar hay recompensa. Y yo la encontré en este espacio. Gracias amigo, sé que lo tuyo es de buena fe pero no. Este comentario es el final de una etapa.

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