sábado, 23 de julio de 2011

Ahogo de alma

Aristóteles decía que la esperanza es el sueño del hombre despierto. Y puede que sea verdad, como lo es que muchos piensan que de eso ya no les queda... aunque la esperanza sea lo último que se pierde. Llevo un día pesimista a manta porque no hago otra cosa que leer la prensa. Y todo son tragedias y son penas. Estaría bien que cerrara ahora mismo el día, pero eso no puede ser. Lo digo por si mañana domingo me fuera mejor. Un día sin guerras y otras tragedias cotidianas estaría estupendo. Quizá todo dependa de un despertar matutino con la cara de ir a misa... A veces lo que más nos cuesta es despertar y enfrentarnos al nuevo día. Sin embargo, lo de madrugar, es una de las buenas costumbres que cualquier jubilado o pensionista recuerda cuando le llega su hora. La hora de recibir una pensión, quiero decir. Ahora que sigo mentalmente mi calle recuerdo que en el "Hogar del Jubilado" es solo eso, "Hogar del jubilado". Y nada dice del "pensionista". Qué curioso, nunca me había fijado... Eso no está bien, para nada está bien. O sea que está mal, muy mal. Porque la diferencia depende exclusivamente de la salud. Porque si uno está enfermo pasa por un tribunal médico y le dan una pensión de incapacidad, la que sea, hay varias. (La María sabe que no estoy pensando en la señora Campanario y su madre). Y pasa a ser pensionista. Luego, a los sesenta y cinco años (ahora) es jubilado, enfermo quizá, pero jubilado. Esa es la diferencia, la única creo, de ser jubilado o pensionista. En fin, cuando vea al alcalde se lo diré y que le añada pensionista al cartel, si tiene a bien, si le parece, naturalmente. Pero vuelvo a lo de enfrentarse cada mañana al nuevo día, a los sempiternos y repetidos problemas de nuestra cotidianidad, a los mismos asuntos inconclusos del día anterior. Asuntos de impunidad, desamparo social, desempleo... Ahogo de alma. Y dale otra vez con el pesimismo, con las necesidades del pueblo y a definir sus prioridades. El gran problema de esta sociedad nos es madrugar, sino levantarse y ver que todo sigue igual.

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